
Después de encararse con Meruel, Hor se retiró sin siquiera prestarle atención a la kushita pegada a su primo. Anpu lo siguió sin cuestionar contento de poderse alejar de ella. Ese arranque de coraje que tenía ya se lo conocía: le habían hecho un comentario sobre su deficiencia.
Cruzaron la ruta con la pena de volver a pasar en medio de lujuria donde, para desgracia de Anpu, unas chicas se le colgaron antes de bajar las escaleras para el primer piso. Este le exclamo ayuda a Hor pero el enojado estaba tan cegado que ni lo escucho o presto atención al ambiente de su alrededor. Ya abajo, un grupo de espíritus dinkas susurraban por debajo cuando vieron a Hor. El mayor de ellos, un toro humanoide vestido de manto rojo tomaba una bebida caliente en un vaso de barro. En su misma mesa estaban sentados una hiena antropomórfica, un chico serval vestido de un corset de cuentas y un tejon teriomorfo.
Hor paso cerca de ellos rumbo a la salida sin darse cuenta de que iba solo, y los espíritus dinkas le hablaron. Se detuvo solo para al fin percatarse que Anpu no estaba y la atención que los dinkas le pedían. Hor los rechazo amablemente para buscar a si primo hasta que el mas viejo lo llamo Necher. Hor tembló ante la certera del viejo toro y se acercó con intención de desmentirlo.
—Creo que se equivoca—contradijo Hor junto a la mesa—. Soy de...
—Ese peinado es de los niños de Kemet—contradijo el anciano—, y tu porte no es de un espíritu. Si sabre yo que e visto de todo a lo largo de mi existencia.
—A mi no me parece muy poderoso como un Soberano—comento un espíritu hiena riendo—, hasta luce mas débil que nosotros.
—Te falla la vista, anciano. Claramente es un simple espíritu kushita—corroboro el tejón—. Discúlpalo niño.
—No—insistió el anciano cuando Hor estaba por irse—. Desde que los vi llegar se me hicieron familiares.
—Solo porque un Necher visito nuestra tierra hace mas de un millón de años no significa que ya los conozcas—insistió el tejon.
—Tanto café ya te altero las neuronas—se burló la hiena señalando la bebida que tomaba el anciano con mucho placer.
—¡Cállense, irrespetuosos! ¿No han aprendido en su longeva vida que las apariencias engañan? Haber niño, respóndeme—se dirigió a Hor—¿eres pariente de Asir? —Hor abrió los ojos anonadado. Tardo un momento en reaccionar y negó abruptamente—Bueno, si lo llegas a ver mándale saludos de los hijos de Abuk—dijo aun convencido de tener la razón.
El pequeño Necher ablando su cara y asintió. Se alejo de los dinkas que seguían reclamándole al viejo toro sus tonterías. En cuanto a Hor…intento ocultar la felicidad que ese mensaje genero en el pese al mal momento que paso antes. Se aseguraría de que le llegara a su padre. Anpu bajo a prisa bastante nervioso sin dejar de abrazarse, con las risas de algunas rameras haciéndole bulla desde el balcón. Casi se cae por las escaleras y choca con unos sujetos que subían.
—¿Qué estabas haciendo? —le reclamo Hor indignado.
Anpu le dio un sape en la cabeza igual de molesto y se retiraron peleando.
Al menos tenían algo de ayuda, Meruel se haría de la vista gorda si usaban sus poderes a escondidas con tal de librarse de esos Sanguinarios, o hasta que el daño sea innegable para los adultos.
Ya una vez afuera, volviendo con el festejo humano, continuaron por el puerto buscando la zona menos transitada. Anpu desvió su mirada al puerto contemplando como entraban y salían barcos. El viento corría como si estuviera siguiendo un ritmo, mismo con el que empujaba las velas de los barcos. Hor amaba esa sensación de fluidez y humedad en el aire, le recordaba a sus entrenamientos con Anhur y la presencia de sus bisabuelos.
—¡CUIDADO!
Hor empujó a Anpu antes de que la daga le diera. Miro de donde fue lanzado y al fin distinguió una persona vestido de negro como los que vieron en Buhen sobre un tejado. Este salió de las sombras y uso una carpa del puesto más cercano como trampolín y correr cuesta arriba tras ellos una vez tocando suelo. Anpu jalo a su primo esta vez. Bajaron por el otro costado casi deslizándose por la terracería con dirección al desfile del otro lado del mirador.
Trataron de mezclarse con la multitud de personas dentro del desfile cuando vieron al cazador a unos cuantos metros. La gente que bailaba impedía distinguirlo o pasar. Hor no tenía una vista fija, si giraba hacia atrás chocaba con alguien en frente y los espacios entre las personas eran muy pocos como para alcanzar a ver al cazador ¿Por qué solo era uno? ¿y los demás?
En el camino tiraron una estatua de Meruel que era cargado por sacerdotes para que bloqueara el paso, pero el cazador saltó por encima sin problemas sembrando caos en el momento. No se lamentaban de ese pecado. Hor no dudo en propiciar la caída de unos soldados como centro de atención y aprovechar para robarse la lanza a un guardia enfrente de sus narices. Circunstantes alarmados por el incidente bloquearon al cazador, obligándolo a buscar otra vía.
Entraron en la zona del mercado fuera de servicio para esconderse en una tienda vacía.
—¿Cómo nos alcanzaron tan pronto? —cuestiono Hor en voz baja preocupado y Anpu se hundió de hombros—. Algo anda mal ¿Dónde están Anhur y…
Anpu le tapó la boca y señalo la sombra afuera de la tienda. Permanecieron quietos esperando el siguiente paso cuando los soldados llegaron a detenerlo. Los primos aprovecharon para salir de la tienda llevándose la sorpresa de que los soldados eran derrotados como vasijas por el sujeto. Era casi tan alto como Anpu y de complexión delgada. Se sostuvieron las miradas una vez acabo con todos los inconscientes. Sus ojos estaban ocultos en la sombra de su capucha. Obviamente, esa cosa no era humana.
Hor tomo postura de defensa con la lanza. El otro sacó un cuchillo de sus prendas, e igual tomo postura ignoraban la presencia de terceros confundidos por lo que estaba pasando. Estaban llamando la atención.
Anpu miraba a ambos contrincantes con miedo. Eso no debería pasar, era justo lo que intento evitar al traer a su primo hasta donde estaban. Él no podía enfrentarse a un cazador. No era como Anhur o las Ojos Solares. Hor tampoco era rival para uno y no le permitiría correr el riesgo. El problema era que el niño era tan osado que se enfrentaría aun sabiendo que perdería con tal de sentirse intimidante, como seguramente hace rato con Meruel.
El cazador fue primero. Hor envistió, pero el agresor fue rápido y aprovecho para jalar la lanza con la intención de acercar a Hor y golpearlo con el mango de su cuchillo. Hor clavo su extremo de la lanza y se inclinó de tal forma que su pie alcanzara a golpear la pierna del otro, y con el otro pie impulso su cuerpo para girar sobre la lanza encima de este. Su lanza presiono sobre los antebrazos y cuello. Hor no dudo en colocar su rodilla y presionar.
¿Era estúpido al intentar ganarle en fuerza a esa cosa? Si. Pero ese corto tiempo debía servirle a Anpu para desarmarlo, o intentarlo. Cuando Hor aflojo al presionar el pecho, el cazador empujo la lanza con fuerza lanzándolo lejos. Más de lo que se esperaría de alguien de su complexión. Hor se estrelló contra un grupo de cantores a varias calles.
Las personas no tardaron en reaccionar, salvo los recientes llegados soldados que seguían sin creer lo que vieron. Algunas personas salieron corriendo y otros con trabajo se acercaron. Apenas se levantó el cazador se sobo el cuello y miro a Anpu. Los soldados cobraron cordura y los amenazaron si se movían, a lo que este frunció el ceño y apretó los puños. Saco otro cuchillo y los soldados intensificaron sus amenazas apuntándoles con sus arcos y lanzas.
Anpu dio un paso atrás. Alrededor de Hor ya había gente mostrando inquietud por lo que le paso.
¿Por qué la vida tenía que ser tan difícil? Primero el ser tratado como una escorio. Luego ser condenado como un criminal. Y ahora negarse a su voluntad solo por un poco de protección. Ya no soportaba vivir eso. Años de ser perseguido y librarse de la muerte. ¿Acaso eso era vida? Si era así, se cansó de la vida hace mucho prefiriendo la muerte. Y eso haría.
Anpu retrocedió con seguridad. Ignoro completamente las advertencias de los soldados. Al demonio con respectar las normas de los kushitas. Ya las había roto una vez y estuvo dispuesto a romperlo otra vez con un peligro aún mayor que ese. La última pago caro por dudar. Ya no.
Hor se levantó de golpe disculpándose con los cantores. Se asustó al ver a tanta gente estática a su alrededor. El aterrizaje no le dolió a él, solo a los que lo amortiguaron. El cazador no había dado todo, incluso se atrevía a decir que trato de medir su fuerza. Y era de esperarse que reaccionara así luego de donde había tocado.
Miro a donde su primo y noto lo decidido que estaba parado firmemente a la espera del cazador con la mano en el vendaje. La lanza había caído a unos cuantos metros de él. Fue por ella y sin pensarlo dos veces aprovecho la situación. Tomo impulso y con la fuerza que considero segura, lanzo el arma directo a las cuerdas que alzaban una carpa y este callo sobre el cazador y los soldados para que Anpu salieron corriendo. Hor robo otra lanza antes de seguir junto a su primo. El cazador rasgo la tela para salir, pero una nueva cuadrilla de soldados se atrevió a amenazarlo sin éxito. Ante ser ignorados disparan flechas y estas rebotaron en el ser que ni se inmuto. Con eso estallo el pánico entre la población.
Hor y Anpu eran conscientes de que no podrían escapar así nomás del cazador, debían deshacerse de él. Si Hor fuera más fuerte o Anpu valiera como protección sería más fácil. Matarlo no era fácil, si era un Aj-Sa la única forma de deshacerse de el seria atacando al Necher al que pertenece. Apenas cruzaron una esquina, enfrente de ellos impacto rozando una lanza manchada de sangre. Todo fue rápido al momento que le lanzo un cuchillo y Hor blandió su lanza para noquearlo. Huyeron, y fue tras ellos.
Prosiguieron hasta los barrios bajos donde la poca gente que había se alejaba al verlos. Giraron en varias esquinas. Se separaron en un camino dividido. El cazador fue tras el mayor sin dudarlo. Anpu no volteo a verlo, y durante el trayecto se aflojo las vendas. Entro a los callejones abandonados y freno cuando quedo sin salida. Se giró. El cazador venia por él empuñando su cuchillo de enfrente. No tuvo ni tiempo para desnudar sus manos cuando choco contra el muro.
Hor se lanzó de los tejados con la lanza dirigida al agresor. Esta vez el cazador fue quien se giró a tiempo como esperando ese ataque, y apenas lo esquivo, golpeo al chico con su puño. Posteriormente, pateo fuerte a Anpu en el estómago azotándolo contra el muro. Ambos cayeron, el doblado en su lugar escupiendo sangre y Hor a la entrada del callejón. Gruñeron. El niño se llevó una mano a su clavícula, le dolía mucho. Cuando intento moverse, un dolor intenso lo limito en su hombro derecho.
Anpu alzo su cabeza y apretó su mandíbula ¡Hor no debió interponerse! Hubiera preferido recibir la apuñalada hace un momento a que su primo salieran lastimado, y lo peor era que, aun así, el mocoso tubo agallas para levantarse pese a su dolor.
—¿Qué pasa, crees que un hueso roto me detendrá? —desafío Hor al cazador disimulando el dolor y le enseño el cuchillo que le robo—. ¿Por qué temes matarme? Has estado regulando tu fuerza, y no estás dando ni un cuarto de tus capacidades. Si mal recuerdo, los mandaron por nuestras cabezas, pero a ti no parece importante, y aun así me limitaste cuando tuviste fácil acabarme—recalco en eso último y pego el cuchillo a su cuello. El cazador entrecerró los ojos, hasta que Hor presiono—. Te ahorrare la molestia.
Una gota de sangre se deslizo por su cuello. El cazador no lo pensó y fue a él, pero Anpu lo sujeto del tobillo con su otra mano y lo hizo caer. Era ahora o nunca. Toco el suelo con su mano cuando el cazador se giró y el suelo se agrieto bajo ellos. El cazador alzo su otra pierna.
—¡Vete al infierno! —grito el cazador dejando caer su patada.
El golpe retumbo y Anpu saboreo su sangre. El suelo tomo forma de doble puertas que se abrieron bajo el cazador, de tal forma que no alcanzaron a sujetarse de nada. Nada, excepto de la mano vendada de Anpu y jalarlo hasta adentro. Pudieron caer de no ser porque él alcanzo a agarrarse del borde.
—¡Anpu! —grito Hor corriendo para ayudarlo. El velo del agresor calló y reveló el rostro de una chica idéntica a Anpu, que, al verla, se arrepintió de lo que hizo—¡No me... —No resistió más el peso de los dos, y se resbalo antes de que Hor pudiera evitarlo. ¡Las puertas se cerraron, y desaparecieron en el suelo— ...dejes!
***
Ella apenas pudo moverse luego de la caída.
Fue un golpe duro, tanto que creyó que se había desmayado y lo que veía era una pesadilla. El entorno era horrible. El suelo donde aterrizaron era duro, áspero y te quemaba si no te movías. Los rodeaban grandes rocas con bordes picudos y más allá de estas se apreciaban a miles de personas desnudas corriendo y gritando como locas a orillas de un río de ¿lava? ¿fuego? ¿fuego líquido?
Lo que fuera era la única fuente de luz que cubría todo el paisaje montañoso rodeado de obscuridad. Sentía los gritos como si los tuviera en sus oídos, eran desgarradores y llenos de dolor. Y el calor era insoportable a punto de que su cuerpo se deshidratada. Solo Anpu ofreciéndole la mano para ayudarla parecía real.
—Bienvenida al infierno.
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