—¡¿Por qué tarda tanto?! —exclamo Maahes revisando su celular por quinta vez esa tarde—. Le dije a esa tonta que la función era a las seis ¡Achs! Eso me pasa por hacerle caso a Horus y Nefertum de invitarla a salir.
Maahes, el temible dios de la guerra, la masacre y la venganza. El poseedor de una mirada escarlata tan feroz que aterraba a sus enemigos. Enfrentaba la mas grande batalla de su paciencia: una linda y adorable minina divina que tardaba horas en darse una garra de tigre. Él sabía que Bastet le haría eso, incluso debía ser intencional. Ella no se tomaba nada en serio. Para ella todo era juegos y bromas. En el trabajo. En las reuniones familiares. Y al parecer, en su vida íntima.
Pero todo esto le pasaba por dejarse llevar por aquellos dos dioses tontos que le lavaron el cerebro. Primero Horus chismeándole lo que su novia Hathor le decía del supuesto interés que su hermana Bastet tenia hacia él. Para estarlo presionando junto con su hermano Nefertum de que era señal para dejar la soltería. De buena gana no les hacia caso, pero no fue hasta que hicieron una apuesta de que era poco macho y cobarde para pedirle una cita a alguien como ella, haciendo énfasis en “cobarde”.
Jamás debían llamar cobarde a un dios de la guerra.
Solo por ponerlos en su lugar, la busco hasta donde estaba ella ensayando junto a Hathor sus bailes mágicos y se lo pregunto directo, seco y sin rodeos…y para su sorpresa, ella en vez de decir que si, le dijo donde y cuando como si nada, y volvió a su rutina de baile.
Su plan no era salir de verdad con ella, porque seguía pensando que era puro juego. Pero llegando el día acordado, Nefertum lo acoso desde temprano para que se vistiera “decentemente” para su cita. Seguía sin saber como lo hizo, pero su hermano logro obligarlo a bañarse con sus refinados productos, le hizo peinarse la melena y vestirlo con un conjunto casual pero que según Nefertum resaltaba su atractivo masculino.
Y LA MALDITA GATA NO APARECIA.
Reviso su teléfono para ver el mensaje del susodicho preguntándole como le estaba yendo. En lugar de escribirle le marco.
“¿Todo bien hermanito?” se escuchaba la voz de Nefertum.
—De maravilla ¡PORQUE NO VIENE!
“Uy, la espantaste antes de presentarse. Hermano eres un lio” bromeo.
—¡Esto es culpa de ustedes!
“¿Nuestra?”
—¡Si, si nunca me hubieran metido en este lio yo estuviera entrenando con mis sacerdotes ahora mismo para una misión! ¡No esperando a una gata tonta…
—Ya llegué—sonó una voz juguetona detrás de él.
Se sorprendió y giro a verla. Quedando perplejo de lo que el antes llamo “gata tonta”.
—No me digas que te enfadaste porque tarde en escoger que ponerme—se burlo con su distintiva sonrisa. Una dulce y bella que combinaba con sus ojos verdes. Estaba vestida muy hermosa, incluso algo modesta para lo que acostumbraba vestirse—. Oye, te ves muy apuesto ¿Pensabas impresionarme o tu hermano te asesoro?
Rara vez Maahes enfrentaba enemigos que lo pusieran en aprietos, pero nunca como lo que le estaba pasando con ella. Nefertum saludo a Bastet a través del teléfono cuando escucho su voz y Maahes le corto sin darle explicaciones ¿Qué se supone que debía hacer ahora? No había estrategias militares para sobrevivir a una cita con la diosa felina mas peligrosa y hermosa de todo Egipto.
—Tu—apenas pudo decirle.
—¿Quiero ver una película? Si. Si es de acción por lo menos que tenga algo de comedia—agrego y lo tomo del brazo—. Vamos, ya me esperaste mucho aquí afuera, nos van a dejar sin lugares.
Y así, un león de guerra y una gata de baile, estaban a punto de enfrentar el primer reto de su cita: cual película ver.